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E.M.E (Ezequiel Martínez Estrada): Nota sobre un pensador (página 2)



Partes: 1, 2

 

Sus trabajos se afincan en el origen mismo de su objeto
de estudio es decir, la sociedad de un
país de América
del Sur. Por otra parte: sus disertaciones se realizan a partir
de disociar las partes de ese objeto de estudio, por lo que su
modo de comunicar es innegablemente claro y conciso (sus estudios
son como disecciones de esos elementos que forman un todo que
finalmente es por ejemplo la Pampa o Buenos Aires). Y
finalmente: sus estudios a pesar de contar con información fehaciente, tal como suele
trabajar un historiador, un investigador, nuestro escritor suele
dar además gran eminencia a sus percepciones, a lo que
él percibe: no estamos frente a un pensador convencional,
es decir Ezequiel Martínez Estrada, no es un poeta, un
escritor ni mucho menos un historiador, Martínez Estrada
es un pensador con ciertos gajes de poeta gracias a sus recursos, que son
reflexivos y perceptivos, los cuales tienen poco tiene con los de
un típico historiador. Constantemente está
describiendo un objeto que no invoca sino que lo tiene
allí, enfrente suyo, su saber se cierne sobre el
"aquí y ahora", ese es básicamente su marco
referencial desde luego más complejo que al modo de operar
de un historiador. "Como un rostro-declara Ezequiel
Martínez Estrada– así lo admiten Toynbee y los
gestaltistas, la historia tiene una faz
fotogénica, diré así, que puede fijarse en
los libros
documentales como lo hacen los papirólogos; pero
también tiene una expresión viva, psíquica,
que sólo puede interpretarse por
intuición"
.

Pero, no obstante, en ese objeto presente y tangible, el
escritor desgaja los diversos estratos con el que se fue formando
históricamente el mismo. Sus libros a pesar de ser la
respuesta a hechos puntuales de la historia de nuestro
país, a pesar de que los estímulos para escribirlos
sean muy bien precisados para examinar la historia nacional del
país, sus intelecciones van más allá del
hecho en cuestión. Radiografía de la pampa
fue, sin duda, una respuesta al golpe militar de Uriburu en l930
por mencionar algún ejemplo.

Por otra parte, sus brillantes trabajos, a pesar de sus
cualidades no tienen finalidades estéticas o lo que se
dice…ensalzadoras de la identidad
argentina o algo por el estilo. Su propósito es bastante
descarnado por cierto, y jamás esconde su pesimismo y
sarcasmo tan característicos, jamás se niega a
revelar los verdaderos vicios de las sociedades
modernas, interesadas por el progreso y por ideas tan
sofisticadas como vanas, y hasta a veces, incluso
¡irrealizables!

Martínez Estrada conoce y comunica primero las
pasiones humanas y después las pasiones humanas de los
habitantes de un país del hemisferio sur: se trata
esencialmente y literalmente de Argentina. Por este modo de
proceder ha sido uno de los primeros intentos en concebir una
psicología
social en la Argentina (a pesar de que Gino Germani, el
primer argentino en intentar una sociología argentina haya confesado que no
encontró nada rescatable en la obra de Ezequiel
Martínez Estrada). Ahora bien, hay que hacer la siguiente
salvedad: la posibilidad de un proyecto de
sociología a partir de la obra de Ezequiel Martínez
Estrada no fue bien vista. Su obra no ha tenido un basamento
dialéctico hegeliano o marxista, lo cual es el modo
más peculiar de su obra; además, no ha contado con
las por entonces, recientes teorías
de Heidegger,
Husserl, Kurt Lewin, Sartre, Camus
y demás. La obra del argentino habrá sido vista
como demasiado inflexible como para ser desarrollada o tenida en
cuenta como aporte. Nótese además que sus
fundamentos sociológicos al igual que Nietzsche,
Freud y
Foucault, se
remiten más bien a la génesis de las
sociedades, no a la interacción de ésta con sus estructuras
presentes, de ahí radica justamente, su reconocible y
característico pesimismo, y de allí su fuerte
parentesco con Oswald Spengler. Pero esta manera
metódicamente anacrónica y "limitada" de encarar
las ciencias
humanas, no obstante, es muy bien recibida a la hora de realizar
una obra literaria: la belleza literaria y estética de Ezequiel Martínez
Estrada reside no solo por su alto vuelo estilístico sino
también por lo inexorable que la misma exhibe.

Sus principales influencias teóricas han sido
Freud, Nietzsche, Oswald Spengler, Sarmiento y su Facundo.
En cuanto a los tres primeramente mencionados consolidan su modo
de plasmar tanto su conocimiento
cotidiano como simbólico, y sus diversas desviaciones de
los códigos sociales. Al igual que Spengler, piensa que la
historia se marca no con las
conquistas y las guerras sino
que con la cultura; que,
los hechos históricos tienen una forma determinada pero
así también, tenían un estrato más
bien profundo en el que se alojaban el alma colectiva
de cada pueblo, de sus etnias y costumbres. Semejante al
Inconciente colectivo, concepto que
corresponde a Carl Jung, Martínez Estrada suponía
que los pueblos realmente tienen un reservorio potencial y
oculto. O en otras palabras, existe una manifestación
concreta de los pueblos, que bien pueden ser su historia militar
y diplomática, pero hay también otra que escapa
completamente a cualquier análisis superficial.

Martínez Estrada acude al Facundo para
conocer mejor los propias piedras fundacionales de la cultura
Argentina, ("Releía, pues, el Facundo, con asombro de
lo que hallaba en él de viviente y actual"

confesó en una entrevista).
Evidentemente sopesa por un lado la historia, las costumbres y
la moral y la
política
de la sociedad de su tiempo, y por
el otro va describiendo sus diversos cambios de forma, así
su modo de encarar los diversos temas se trata de exponer el
origen del mismo como también su devenir. Es por eso que
dice que Uriburu es como Irigoyen, y que Perón "es
un encantador de serpientes" y a su vez una versión de
Rosas. Desde este
punto de vista resulta interesante en poner a estos dos
presidentes, pero más que nada al "General" tal como Freud
describió a Moisés en su Moisés y el
monoteísmo
(1938): "…La fantasía
popular, al atribuir este mito…a
un personaje famoso, pretende reconocerlo como héroe,
proclamando que ha cumplido el esquema de una vida
heroica…"

En este libro Freud
argumenta de que hubo no Moisés fue asesinado e
inmediatamente reemplazado por otro, por lo que hubo uno dos
Moisés, uno temperamentalmente opuesto al otro…Las
nociones que se tienen de Perón, es semejante a
Moisés, el patriarca omnipotente, el poseedor y
dispensador de ideas omnipotentes que persisten hasta nuestros
días. Ahora bien, si es que hay algo que este pensador le
debe a los aportes sociales que Sigmund Freud
realizó, y del cual fue imprescindible para su obra,
ésta se encuentra en Tótem y tabú, es
el estudio del "pensamiento
mágico", un modo de pensamiento que se encuentra en los
neuróticos, los niños y
los salvajes (o si se quiere las sociedades más
involucionadas), pero que las sociedades modernas aun no
habían renunciado del todo a esta forma de concebir el
mundo que Freud ha llamado como "concepción animista del
mundo"… En Muerte y
transfiguración de Martin Fierro
, dice: "Cuando
mayores sean sus tónicas de primitivo, más
difícil será su examen psicológico; el hombre
realmente complejo es el que todavía vive en su mundo
informe y
habitado por potestades mágicas". Y prosigue: "La
civilización es un método de
abstracción , un proceso
quizás semejante al de la concreción de los seres
orgánicos…" Para Martínez Estrada podemos
enumerar hipotéticamente que:

  1. La visión del mundo del argentino como
    sociedad, debe haber sido como una totalidad…dentro de
    esa visión no se toleran cambios, ni mucho menos los
    cuestionamientos, esta visión encuentra fundamentos en
    ciertas figuras que hoy son historia. Ellas continúan
    estando vivas junto a nosotros, lo cual es lógico dentro
    de estos tipos de visiones: no hay lugar al cambio, esta
    carencia que además es una absoluta completud,
    naturalmente permite y hasta exige la persistencia de ciertas
    figuras con todos sus aliados, sus situaciones y sus enemigos.
    La fastidiosa y repetitiva emulación de sus sucesores,
    se debe a que lo ideal está por encima de lo
    real.
  2. A niveles sociales y políticos, como que el
    argentino confunde por error, ciertas cuestiones reales con
    otras que son ideales: lo real siempre es en algún
    sentido leído como algo malo; lo único que puede
    salvar al argentino es lo ideal, y lo ideal es lo que nunca
    llega eso a nivel de masas.
  3. Las culpas (que implícitamente están
    expresas en el Facundo de Sarmiento) con su necesidad de
    ser expiadas. Esta acción que es también
    cíclica, se realiza mediante enfrentamientos entre los
    aliados y enemigos de esa figura que en algún sentido es
    concebida como inmortal o mejor dicho como
    "sobreactual".
  4. La fertilidad de la tierra es
    vista como la salvadora, la restauradora de las perfidias
    causadas por los hombres, es la Trapalanda restaurada que Dios
    provee para subsanar la mezquindad de las figuras que
    sucedieron a aquel que es por así decir "inmortal". Lo
    infernal desvanece y queda finalmente la promesa de recuperar
    el paraíso perdido.

Desde luego que Martínez Estrada descreía
de las masas y del modo de vida del progresista Estados Unidos,
que tanto proliferaba allá en los inicios del siglo XX.
Para Ezequiel Martínez Estrada no existe la idea de cambio
en una sociedad a través de la historia, sino que estas se
trocan por otras iguales, básicamente cree en lo
invariante de ciertos elementos que perduran en la vida de los
pueblos. Estos conceptos por cierto originales en el contexto
intelectual latinoamericano no son tales: son compatibles no solo
con los conceptos de Freud sino que también a las de sus
precursores, Nietzsche y Schopenhauer,
y que se remontan hasta el antiguo Parménides. En este
sentido es que niega rotundamente toda posibilidad de cambio,
como si al cambiar algo sería lo suficiente como para que
tal o cual sociedad (más que nada la nuestra, la que
él estudió) dejase de existir. Con ese motivo
podríamos argüir que Argentina y tal vez
América del Sur continúan siendo lo que alguna vez
supuestamente fueron…


Su modo de trabajar, consistió en
desmembrar tanto los elementos de la sociedad como también
de abordar al individuo (a
los individuos) como ente aislado los cuales naturalmente
conforman esa sociedad. Es ahí cuando salían a la
luz las
miserias que éste individuo sufre, persiguiendo los
espejismos de una sociedad que aparentemente es moderna y
progresa, y que no conoce su antónimo. Nuestro pensador es un
espíritu que abre los ojos ante las desigualdades, las
injusticias y a los efectos deshumanizantes de la
civilización tecnológica en la que está el
individuo perdido en las redes simbólicas de
una sociedad demasiado concreta y conocida por nosotros (los
argentinos), quienes podemos dar fe de lo que él
expone.

Por lo que la innovación, la fantástica
innovación que Martínez Estrada realiza es que, al
igual que sus grandes influencias, hace posible la vigencia de
los mitos y las
quimeras que no han muerto aun, considerando su parecer, que
Martínez Estrada menciona en Radiografía de las
Pampa
(1930) dice: "Trapalanda. Es el país
Ilusorio, el imperio de Jauja, que atrajo al conquistador y al
colono con su promesa de oro y especias
que podría transportar a su tierra natal,
sin pensar, es claro, en que los piratas le abordarán el
barco. La desilusión de que en vez de Trapalanda pisaba
una tierra agreste, que seria preciso labrar y sembrar, regar con
sudor y sangre. El
intruso decepcionado concibe una seudotrapalanda que en su
frustración no le recuerde la derrota. Quiere lo que no
tiene, y lo quiere como lo que quiso tener".

Se trata de un país, de una región, que
jamás se separó de su pasado y por lo tanto, la
repite incansablemente. Indudablemente lo más cruel es
afirmar que incluso, hasta conociendo la historia, se está
condenado a repetirla, esto se puede argumentar, deduciendo desde
la doctrina freudiana psicoanalítica, cuando se refiere a
ciertos estados patológicos. Por otro lado, este pensador
da protagonismo a los mitos que fundaron un país, con sus
prístinas ambiciones, miedos, anhelos, y demás. Al
familiarizarse con sus conceptos veremos que en ellos
están implícitas varias disciplinas, entre las que
se hallan sin dudas la Historia (con mayúsculas), la
mitología, la literatura, política,
estadística, filosofía, semiótica, historia del
arte …por mencionar solo algunas. Su peculiar manera
de concebir la historia por momentos suele rozar hasta la misma
metafísica:

"El mundo que nos revela es el que habitamos pero no el
que vemos.- dice en su libro Apocalipsis de
Kafka
– Formalmente su obra no sólo compete a la
teodicea y la metafísica sino a la literatura narrativa, y
posee extraordinarios méritos, dándose juntos la
fantasía más libre y el realismo
más minucioso. Sólo en instantes fugaces, en
relámpagos que iluminan parte de un panorama
enigmático entrevemos sus perspectivas y profundidad
abismal…"

No es que Kafka haya tenido que ser argentino por los
temas y las situaciones que tocó, sino que, lo que
enfatiza en su obra, pero Kafka es la más perfecta
personificación del milenarismo al cual Ezequiel
Martínez Estrada se refiere, tal vez la gran e inagotable
tradición que este escritor tiene en tanto judío,
natural portador de una muy antigua cultura….

Pero ese milenarismo "una multimilenaria
angustia
", como él la llama, que convive y puebla este
mundo junto a los diversos espejismos que capturaron al hombre.
"ante lo desconocido y enigmático que palpita vivo y
sofocado bajo la cobertura de una razón de ser
convencional de todo lo existente, que el hombre ha superpuesto
-aterrado o impotente- a la realidad verdadera".

El extrañamiento propio de comienzos de siglo,
que prosiguió después sino con más
extrañamiento, Los No-lugares a los que Marc Auge se
refiere en este libro ilustran tal extrañamiento, con sus
distorsiones tanto en tiempo como en espacio más la
identidad del sujeto, como entidad que ha perdido el cabal
conocimiento de esta triada. Y prosigue: "Desde la
aparición de Kafka en la historia de la literatura -y sin
duda de la teodicea y la metafísica- el mundo y el hombre
no pueden ya ser entendidos e interpretados con el criterio
ingenuo del determinismo económico y del materialismo
histórico, por decirlo así. Es un animal
fantástico en un mundo fantástico".

De lo cual Kafka ha sabido hablar en alguno de sus
cuentos.

Pero podemos colegir que es la soledad y la distancia lo
que siempre figura en las obras de Ezequiel Martínez
Estrada; en las que se ven involucradas tanto la identidad al
referirnos a la soledad y al tiempo, y a la distancia en tanto el
paisaje al que él argentino fue arrojado por decirlo de
alguna manera. La alusión es directa aunque no tan
celebre: nos referimos a Diego Oxley, aquel escritor santafesino,
que escribió un ilustrativo libro llamado Soledad y
distancia
en donde se recrean la soledad de las pampas del
norte santafesino, en la que las almas se alojan, invisibles por
sobre esa gran planicie. Es la soledad a la cual él mismo
refiere al Martin Fierro.

Hace referencia a la soledad, el poblador está
solo en un mundo solitario, su madre es de otra sangre y "El
océano reduce a isla el continente. Lo que va construyendo
no es un país, no es un hogar donde vivir y morir, como
hicieron los ingleses en Norteamérica. Sigue
añorando la patria perdida…"

Es una soledad que sin duda, otro escritor
latinoamericano, como Octavio Paz,
suele hablar al referirse a su Méjico y a sus pachucos.
Después de todo no es tan descabellado hacerlo: se trata
de un continente que volvió en algún momento a ser
joven, despoblado y virgen, que es extraño al hombre, ya
que es anterior a sus conquistadores, a sus Trapalandas, a sus
mismas falsas añoranzas…se trata evidentemente no
de un paisaje bucólico como el que Virgilio narra en sus
églogas, sino de paisajes parecidos a los de la luna, en
medio de una naturaleza
algo muerta y algo viva, en medio de Fuerzas Primitivas. Las
fuerzas terrestres elementales comienzan a trabajar con el agua, la
tierra, como así también se da esa naturaleza
totalmente desierta pero ominosa por igual, que alguna vez
también, fue corrompida por alguien, por algo. No es
difícil reconocer que el celebre "realismo mágico"
latinoamericano indica una postura parecida a la de sus libros:
Pedro Páramo de Juan Rulfo; el
Juntacadaveres, de Juan Carlos Onetti; El
presidente
, de Miguel Ángel Asturias (aunque este
ultimo de tinte más realista) lo reflejan. Ilustran el
espíritu latinoamericano: la noción de un lugar
aparte, de un lugar aislado en la profunda América…
En estos está el ánimo, el ciego anhelo de una
vuelta a lo anterior, más el sentimiento de haber sido
expulsados de un lugar mejor; ese sentimiento que algunos
sociólogos lo llaman Milenarismo: la nostalgia de lo que
pasó fue mejor a lo que actualmente pasa.

Se puede decir que Ezequiel Martínez Estrada
mediante su obra inventó una nueva Argentina, una nueva
Latinoamérica, trastocando todos los
basamentos de la historia, anticipándose con su
visión, a los albures de un país, que finalmente y
en esencia no cambiaron. Él exploró nuevos senderos
que se sitúan entre lo artístico y lo social. Y tal
como varias generaciones de hebreos que compusieron su Antiguo
Testamento, Martínez Estrada como argentino hijo de
inmigrantes en nombre de una futura nación,
supo componer una obra basada más que nada en ensayos, en la
que hay indudablemente algo de eternidad y de
repetición… Más amigo de la verdad que de
cualquier formula mágica, fue un convencido que es un bien
infinitamente mayor conocer esa verdad que "la más piadosa
mentira". Con el
paso de las décadas la realidad sociopolítica, la
hipocresía, las enemistades, las ambiciones, que las
promesas de "un país nuevo", al país de la
Argentina como potencia, que
ineludiblemente nos llevan a una "Argentina de antes", la cual
nunca podemos superar…todo esto parecen confirmarle a
Ezequiel Martínez Estrada que él tuvo y tiene la
razón.

 

Autor:

Andrés Ugueruaga

Partes: 1, 2
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